China es el mayor competidor de Estados Unidos en la nueva era espacial. Las tecnologías desplegadas por China, así como las nuevas tendencias realistas en el entorno espacial, subrayan la necesidad de un análisis oportuno de la realidad espacial china. El aislacionismo (y la contención) frente a Rusia y China ha conducido a un necesario alineamiento de ambas potencias, traducido en políticas espaciales comunes.
Jacopo Belli
Por qué China viaja al espacio
La búsqueda de la armonía global de naturaleza china, a través de los largos tentáculos que llegan hasta Europa con el cinturón económico de la Ruta de la Seda, de la trampa de la deuda en África, con la invasión de la doctrina Monroe en las relaciones en Sudamérica, también se proyectan hacia arriba, hacia la Luna y los puntos de Lagrange. En la carrera espacial, China avanza a velocidad de maratón, a un ritmo cadencioso e inexorable al que el mundo occidental tiene que hacer frente. Al igual que en la antigua Grecia el enemigo común desempeñaba el papel de unir a las democracias divergentes, el mundo de las democracias occidentales actuales necesita un enemigo creíble para intentar unirse y avanzar juntos, y China es el adversario que necesitaba.[1]
China atribuye una gran importancia geopolítica y económica al sector espacial, con vistas a la proyección internacional de poder y al orgullo y mantenimiento del poder nacional. China pretende impulsar su dinamismo económico mediante la búsqueda de nuevos recursos energéticos y materiales en el espacio, sin perder de vista su política de defensa.[2]
La República Popular China empezó a darse cuenta de la relevancia de la influencia espacial durante la tercera crisis del estrecho de Taiwán, en 1996.
El Ejército Popular de Liberación chino lanzó misiles balísticos hacia Taiwán y perdió su localización debido a una perturbación en el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) estadounidense.
Esta humillación china impulsó la creación de su propio sistema de satélites, el proyecto BeiDou. A finales de 2019, más de 30 países, 400 millones de usuarios y 6,5 millones de vehículos utilizaban el sistema de localización derivado de BeiDou.[3]
Por su cuenta, China emprendió a partir de 1992 una estrategia en tres etapas para potenciar su programa espacial. El primer paso fue el envío de astronautas al espacio y su regreso seguro. El segundo paso fue el estudio de la tecnología y la técnica de los vuelos espaciales, con vistas al tercer paso de montar y poner en funcionamiento una estación espacial china permanentemente tripulada. El 29 de abril de 2021 se lanzó el primer módulo para la construcción en órbita del “Palacio Celeste”, es decir, la estación espacial china “Tiangong”, que ya está operativa y acogió a 6 astronautas chinos el 30 de noviembre de 2022, pero que aspira a tener una tripulación permanente de tres personas.[4]
China en la competición espacial internacional
Las ansiedades de los competidores frente a China son las mismas que las de China frente a sus propios competidores, dirigidas principalmente a la ocupación de los cuellos de botella y a la nacionalización de los recursos energéticos y materiales de la Luna.
Wang Xi Ji, diseñador chino de la nave espacial “Long March 1”, expresó la siguiente preocupación por la ocupación extranjera del espacio: Wang advirtió de que, si no se toman medidas rápidamente, otros países como Estados Unidos y Japón podrían tomar el relevo y ocupar posiciones estratégicamente relevantes en el espacio.[5] De hecho, no es casualidad que la próxima misión prevista de la NASA (Artemis) sea al Polo Sur de la Luna. Ya en 2002, Ouyang Ziyuan, científico jefe del programa chino de exploración de la Luna, declaró: “La Luna podría servir como un nuevo y enorme proveedor de energía y recursos para los seres humanos en la Tierra. […] Quien conquiste primero la Luna se beneficiará”.[6]
En este sentido, se está llevando a cabo un juego de demarcación territorial de suma cero, típico de las fronteras terrestres, preocupándose por la posible nacionalización de territorios fuera del planeta Tierra.
En esta guerra de posiciones orbitales y planetarias, el aterrizaje del satélite Quequiao en el punto Lagrange-2 en 2019 ha traído a China una victoria nada desdeñable, otorgándole un punto de comunicación entre la Tierra y el “Dark Side of the Moon”. El punto Lagrange-2 es un punto estable en términos de atracción gravitatoria que permite la estabilidad de un objeto espacial en órbita lunar, en la parte posterior de la Luna.
De forma similar a cómo está dividida la gestión del sector espacial en EEUU, China cuenta con diferentes organizaciones que gestionan las actividades civiles y militares en el espacio.
La Administración Nacional Espacial China se encarga de todas las misiones civiles y es responsable del programa espacial chino, colaborando en las acciones del Ejército Popular de Liberación (EPL).[7]
A pesar de que las misiones civiles superan en número a las militares, el control del ámbito espacial sigue estando en manos de los militares chinos. China, así como Xi Jinping, ven en el desarrollo del poder nacional en el espacio una forma de liberarse de la contención estadounidense en el Indo-Pacífico mediante una estrategia de disuasión aeroespacial, similar a la de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD), ampliando su campo potencial al espacio. Prueba de esta estrategia fue el planteamiento de lanzamientos de armas antisatélite en 2007 y la creación del programa Kuaizhou (nave rápida) para poner en órbita minisatélites, lo que permitió al EPL lanzar ataques antisatélite (ASAT) con muy poca antelación.
Sin embargo, uno de los principales elementos disuasorios sigue siendo el peligro de los desechos orbitales de una posible colisión espacial, que anularía el campo de batalla e impediría cualquier tipo de desarrollo y misión futura.[8] Por tanto, el LEO (Low Earth Orbit) sigue siendo uno de los territorios más estratégicos al menos mientras el ser humano se refiera a una Tierra monoplanetaria.
China 2030, el futuro lunar compartido con Rusia y antioccidental.
La República Popular China ha lanzado alrededor de 200 satélites desde 2015, duplicando su presencia en órbita desde 1971. A tal ritmo, se cree que en 2030 China podría igualar a Estados Unidos en el espacio. Tal es el ritmo de crecimiento que cabe suponer que pronto se alcanzará una MAD espacial, en un intento de disuadir posibles iniciativas militares.[9]
Desde la normalización de las relaciones entre China y la Unión Soviética en 1989, las dos potencias casi se han encontrado trabajando juntas debido a la agudización de sus respectivas relaciones con Occidente y Estados Unidos. Las relaciones Pekín-Moscú en el ámbito aeroespacial han visto una colaboración vinculada principalmente a la ayuda de los conocimientos técnicos rusos para superar los cuellos de botella tecnológicos chinos. Dichas relaciones siguen siendo difíciles de analizar, sin ir nunca muy lejos de los límites de la colaboración formal, como el acuerdo de cooperación en el uso de los sistemas de satélites Glonass y BeiDou del 7 de noviembre de 2018.
Rusia y China firmaron un acuerdo para fomentar la colaboración entre ambos países mediante la integración de tecnologías mundiales de posicionamiento por satélite, la constelación de satélites chinos BeiDou-2 y la constelación de satélites rusos Glonass.[10]
Pekín también promete enviar a sus propios cosmonautas a la Luna en 2030, y luego construir una estación lunar en cooperación con Rusia.[11] La competencia con el mundo occidental y Estados Unidos es descarada y despiadada.
Note
[1] Pelanda C. (2021), Probabili scenari delle guerre spaziali, Lo spazio serve a farci la guerra, Limes rivista italiana di geopolitica.
[2] Goswami N. (2018), China in Space: Ambitions and Possible Conflict, Strategic Studies Quarterly, Vol 12, n° 1, pp. 74-97
[3] Millner D. H., Maksim S. e Huhmann M. (2022), BeiDou China’s GPS Challenger Takes Its Place on the World Stage, Joint Force Quarterly 105, National Defense University Press
[4] Xinhua, (2022), “China’s six astronauts in two missions make historic gathering in space”, XinhuaNet, 30/11/2022
[5] Goswami N. (2018), China in Space: Ambitions and Possible Conflict, Strategic Studies Quarterly, Vol 12, n° 1, pp. 74-97
[6] Ibidem
[7] Harrison T. et al., (2022), China, Space Threat assessment 2022, Center for Strategic and International Studies
[8] You J. e Tiewa L. (2021), La Lunga Marcia della Cina verso lo Spazio, Lo spazio serve a farci la guerra, Limes rivista italiana di geopolitica. (trad. di Alberto de Sanctis.
[9] Ibidem
[10] Acuerdo entre el Gobierno de la Federación de Rusia y el Gobierno de la República Popular China sobre cooperación en el ámbito de la utilización de los sistemas mundiales de navegación por satélite GLONASS y Beidou con fines pacíficos (Pekín, 7 de noviembre de 2018), https://base.garant.ru/72126046/.
[11] Cuscito G. (2021), Per ambire al cosmo Pechino deve controllare i mari cinesi, Lo spazio serve a farci la guerra, Limes rivista italiana di geopolitica.