Protestas en Chile. El epitafio de la costitución de Pinochet


Chile hoy, está en uno de los momentos más importantes de su historia, mientras, por fin,  el epitafio de la Constitución de Pinochet se escribe, aunque sea a sangre y fuego.


 


En ediciones anteriores de esta revista, me referí al concepto de Democracia “protegida y autoritaria” que se instauró en Chile a partir de la entrada en vigencia de la Constitución dictada por Augusto Pinochet en 1980.[1] Cuando escribía dichas líneas, nunca imaginé que dicha carta fundamental, la cual había sido imposible de reemplazar gracias a un importante sistema de cerrojos que tenía (y sigue teniendo), precisamente para evitar cambios importantes, estaba agonizando.

El 18 de octubre del presente año se produjo en Chile un estallido social nunca antes visto en su historia. En pocas horas, luego de que varios grupos de estudiantes secundarios hayan protestado contra el alza en la tarifa del metro de Santiago, la población chilena, que parecía anestesiada hasta ese instante, se lanzó a las calles a protestar contra el ortodoxo sistema neoliberal impuesto en Chile a partir de 1975 por profesionales de la Escuela de Chicago, los denominados “Chicago Boys” y sostenido por la constitución.[2] Tanto en los barrios más acomodados como más marginales de la ciudad de Santiago, los ciudadanos comenzaron a reclamar en contra del sistema privado de pensiones, único en el mundo y que mantiene bajísimas pensiones a la gran mayoría de los chilenos. Igualmente comenzaron a demandarse transformaciones al sistema de salud y educación, al régimen de propiedad de las aguas, las autopistas urbanas, todos sectores fuertemente privatizados no solamente durante la dictadura, sino también durante los gobiernos democráticos de centro-izquierda que sucedieron a Pinochet. Por último, en lo que puede ser lo más importante, se comenzó a cuestionar el alto costo de la vida, los bajos salarios y la grosera desigualdad en la distribución de la riqueza que hay en un país que, en palabras del Presidente Piñera, se jactaba de ser un oasis en Latinoamérica.[3]

En cuestión de horas el movimiento se propagó a todos los rincones de Chile, surgiendo además un cuestionamiento enorme a la clase política. El Presidente, sin, o quizá, sin  tener la mínima intención de querer ver lo que acontecía en el país, y mientras comía pizza con su nieto en un acomodado restaurante, hubo de volver al Palacio de la Moneda para decretar estado de excepción constitucional y así disponer de las Fuerzas Armadas para el control del orden público, que en todo caso no pudieron evitar incendios y saqueos. Cual Nerón, Piñera veía como se quemaba su país y comenzaba la fase terminal del legado de la dictadura.

 

Desde la rebaja en el pasaje del Metro a la Asamblea Constituyente

A diferencia de lo ocurrido en España, luego de la muerte de Franco, donde todas las fuerzas políticas concordaron en reformar su sistema político, en Chile aún impera la institucionalidad impuesta, sin registros electorales, bajo estado de sitio y mediante un cuestionado plebiscito, por Pinochet en 1980.  Lo anterior, debido a que el ideólogo de dicha institucionalidad, el jurista Jaime Guzmán, fiel seguidor del franquismo, diseñó un sistema jurídico con altos quórums que impedía reformar o reemplazar la carta fundamental sin tener el acuerdo de una minoría, en este caso de los partidos de derecha, herederos de la dictadura. En primera instancia, el sistema descansaba sobre la existencia de miembros del senado designados por las Fuerzas Armadas, la existencia de senadores vitalicios, cargo que incluso llegó a ejercer el propio Pinochet y un sistema de altos quórums para reformar la Constitución. En 2005, se logró eliminar lo primero, más siguió vigente el sistema de quórums que daba a la derecha la llave de toda reforma. Todo esto buscaba mantener el statuo quo. Guzmán supo expresar muy bien el espíritu de la nueva institucionalidad en una frase: “La Constitución debe procurar que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque –valga la metáfora- el margen de alternativa que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella sea lo suficientemente reducido para ser extremadamente difícil lo contrario”. [4]

A partir de dicha fórmula, la derecha chilena, tanto política como económica, pudo conservar casi intacto el legado de Pinochet. Si bien, la coalición de centro-izquierda que gobernó Chile desde 1990 a 2010 logró algunos cambios en el orden político, lo cierto es que siempre se hubo de consensuar con la derecha, haciendo todo insuficiente a los ojos de la ciudadanía.

Por aquello, la gran mayoría de los chilenos entendió rápidamente, a partir del día 18 de octubre, en medio de las protestas que aún continúan mientras escribo estas líneas, que para cambiar todo lo que reclamaban, era importantísimo cambiar las bases de todo. De una vez por todas derogar la Constitución de 1980, que en su articulado no solamente da un gran poder a una minoría, que representan los partidos de derecha, sino que también sienta las bases del sistema neoliberal, otorgando un superlativo rol al mercado en desmedro de un Estado reducido a su mínima expresión. Así, se instaló rápidamente entre los manifestantes de la Plaza Italia de Santiago y de todo el país, la exigencia de una Asamblea Constituyente.

 

La muerte clínica de la Constitución de 1980

Con un gobierno incapaz de dar soluciones concretas a las demandas de la ciudadanía, los chilenos han seguido protestando, generando una alteración nunca antes vista en el país. Acorralado en el mismo palacio donde murió Salvador Allende, Sebastián Piñera comenzó a hablar de reformas a la Constitución. [5] El pueblo, en las calles, ni siquiera le tomó en consideración. Luego se abrió a que el Congreso Nacional adopte una nueva carta fundamental.[6] Ocurrió lo mismo, los chilenos siguieron demandando una nueva Carta Fundamental que no podía salir de otra institución que no sea una Asamblea Constituyente. El gobierno y la derecha se negaron absolutamente, hasta que el pasado 12 de noviembre Chile volvió a vivir una de las jornadas más violentas que ha vivido estos días y, que según los rumores, llevó al Presidente a convocar nuevamente a las Fuerzas Armadas las cuales se habrían negado a salir a las calles.[7] Ante esto, la derecha cedió y, luego de desesperados intentos del partido político de Jaime Guzmán, el ideólogo de la Carta Magna, de mantener la Constitución de 1980, se llegó a un acuerdo de convocar a un plebiscito en abril de 2020 a fin de que sean los chilenos los que decidan si quieren un nuevo ordenamiento y el mecanismo que lo definirá, ya sea una Convención integrada por parlamentarios y miembros elegidos al efecto o simplemente una Asamblea Constituyente formada por ciudadanos elegidos exclusivamente para tales efectos.[8]

Por primera vez en sus más de 200 años de vida independiente, Chile podría tener una Constitución hecha y decidida por todos sus ciudadanos. Nunca antes el país ha tenido un cuerpo representativo, como podría ser una Asamblea Constituyente, que redacte y acuerde su texto fundamental y menos un plebiscito que decida la forma de cómo se construirá.  Chile hoy, está en uno de los momentos más importantes de su historia, mientras, por fin,  el epitafio de la Constitución de Pinochet se escribe, aunque sea a sangre y fuego.


Note

[1] Para más información, véase “La democracia protegida de Pinochet” en Opinio Juris http://www.opiniojuris.it/la-democracia-protegida-de-pinochet/

[2] “Estado de emergencia en Santiago. Violentas protestas por la suba del subte en Chile: quemaron estaciones y hubo enfrentamientos con carabineros” en Diario Clarín de Buenos Aires, 18 de octubre de 2019, https://www.clarin.com/mundo/violentas-protestas-suba-subte-obligan-suspender-servicio-chile_0_t2MgcnER.html

[3] “Protestas en Chile: 4 claves para entender la furia y el estallido social en el país sudamericano”, en BBC World, 23 de octubre de 2019 https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50115798

[4] Las frases más duras de Jaime Guzmán que permiten entender el lado feroz de la derecha chilena”, en El Ciudadano, 1° de abril de 2015, https://www.elciudadano.com/tendencias/las-frases-mas-duras-de-jaime-guzman-que-permiten-entender-el-lado-feroz-de-la-derecha-chilena/04/01/.

[5] Presidente Piñera: Estamos dispuestos a conversarlo todo , incluyendo una reforma a la Constitución”, en Periódico La Tercera, 5 de noviembre de 2019, https://www.latercera.com/politica/noticia/presidente-pinera-estamos-dispuestos-conversarlo-incluyendo-una-reforma-la-constitucion/888574/

[6] Gobierno anuncia “Congreso Constituyente”, en Periódico Publimetro, 11 de noviembre de 2019, https://www.publimetro.cl/cl/social/2019/11/11/congreso-constituyente-memes-reacciones-ciudadania-redes-sociales-blumel.html.

[7] Ministerio de Defensa confirma que se analizó un nuevo estado de excepción, en Radio Cooperativa, 13 de noviembre de 2019, https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/manifestaciones/ministerio-de-defensa-confirma-que-se-analizo-un-nuevo-estado-de/2019-11-13/164616.html.

[8] Las 4 claves para entender cómo se creará la nueva Constitución y cómo será la participación ciudadana, en Diario La Tercera, 15 de noviembre de 2019, https://www.latercera.com/nacional/noticia/las-4-claves-entender-se-creara-la-nueva-constitucion-sera-la-participacion-ciudadana/902302/.


Foto Copertina: Protestas en Chile.


[trx_button type=”square” style=”default” size=”medium” icon=”icon-file-pdf” align=”center” link=”http://www.opiniojuris.it/wp-content/uploads/2019/11/El-epitafio-de-la-costitución-de-Pinochet-.pdf” popup=”no” top=”inherit” bottom=”inherit” left=”inherit” right=”inherit” animation=”bounceIn”]Scarica Pdf[/trx_button]